tag:blogger.com,1999:blog-42768809815494298382024-02-19T17:14:37.522-08:00La sangre entre las cenizasAnonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.comBlogger16125tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-37046740987118349942017-06-06T04:20:00.002-07:002017-06-07T02:56:15.990-07:00El tobogán de Vallecas<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El colegio era un mundo
cerrado; seguro. Un espacio por el que el pequeño Borja medraba con la
naturalidad y espontaneidad que su prepotencia natural imprimía a sus días. Rodeado siempre y
jaleado por aquella caterva de incondicionales que idolatraban las maneras
soberbias de su líder. Allí, entre los suyos; dónde el uniforme escolar no
suponía un hecho diferenciador, ni señalarse como blanco de las risas y las
amenazas de otros niños, Borja daba rienda suelta a sus instintos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En aquel reducido
universo de las élites, las castas y los apellidos estratificaban las
relaciones infantiles, reproduciendo el mundo de sus padres. Borja era un
Fontcuberta, y eso predisponía a los demás a una obediencia ciega y a un
respeto irracional. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero también alimentaba
un ego infinito y un sentimiento de impunidad tan aplastante, que parecía
prender un halo místico sobre su cabeza repeinada y engominada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Borja Fontcuberta era
temido por su incapacidad para la empatía. Como un general romano, enviaba a
sus huestes serviles a robar, a golpear, a chantajear… El patio aterrorizado
era su propiedad y los demás niños, seres inferiores que le debían respeto.
Nadie se planteaba discrepar. Ni siquiera él mismo. Las cosas eran así porque
así tenían que ser.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero aquel sucio parque
de Vallecas era horriblemente intimidatorio. Nada que ver con el patio de la
escuela privada. Por alguna razón que le
era desconocida, su abuelo Braulio le había dejado allí tras recogerlo del
colegio, y le había pedido que esperase unos minutos mientras realizaba unas
gestiones en un local próximo a la plaza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Aquel era un hábitat
hostil. Los niños, sucios y con las rodillas magulladas, corrían y gritaban a
su alrededor sin prestarle ninguna atención, mientras él permanecía de pie. Inmóvil.
Cómo un gato desconfiado. Escudriñando cada rostro, volviéndose ante cada
chillido infantil. Todos aquellos niños sucios y escandalosos, vestidos con
camisetas tapizadas de manchas y pantalones cortos de deporte, ignoraban su apellido y su
leyenda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tras unos minutos
congelado, con su estampa descontextualizada de niño rico rompiendo el equilibrio
de la escena suburbial, dirigió sus pasos hacia los chavales que esperaban su turno al pie del tobogán, guardando algo parecido a una cola.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">No supo bien porqué, pero
el impulso natural le llevó a plantar su figura frente a una niña más pequeña
que él, que ocupaba el primer puesto de la fila. La desplazó con desdén y lanzó
una mirada desafiante al resto del grupo. Luego sonrió con la arrogancia
acuchillando la comisura de sus labios mientras un silencio surgido de la
sorpresa, aplacó el vocerío de los críos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Vistiendo aún el uniforme
escolar, con sus lustrosos zapatos y la americana añil de botones dorados,
encaró la escala y empezó a subir al tobogán. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sintió un escalofrío
cuando una mano asió con fuerza su tobillo en el momento que estaba a punto de
coronar el último escalón. Luego, todo su mundo pareció derrumbarse cuando esa
misma mano tiró con fuerza de su pierna y le hizo perder el equilibrio. Cayó a
plomo. La barbilla chocó contra la rampa del tobogán y sus rodillas y
espinillas chocaron con las barras metálicas de la escalera mientras su cuerpo
caía aparatosamente contra la tierra. La niña a la que acababa de empujar, con
el pelo revuelto y una expresión salvaje en el rostro, surcado de sucios
churretes de sudor, lanzó una tormenta de patadas contra su cabeza mientras la algarabía estallaba en un éxtasis jubiloso.
Borja quiso gritar, pero el nudo en la
garganta oprimía con tal fuerza, que apenas un gemido inaudible conseguía
escapar de su garganta. La sangre empapaba su cara y el dolor, aún narcotizado
por la adrenalina, empezaba a expandirse como un torrente desenfrenado por todo
su cuerpo. Se encogió cuanto pudo, acurrucado. La espalda contra la arena y el
sabor de la sangre en la boca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Una nube de polvo se levantó
a su alrededor cuando, en apenas unos segundos, los demás niños se sumaron a la lujuria de
golpes. Cerró los ojos con fuerza. La granizada de puñetazos de aquella horda parecía
no tener fin. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">- ¡Escupidle, escupidle!
Matad a ese pijo hijo de puta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero lo que más le dolía era la risa. Podía oír
las risas estridentes de todos por encima de los golpes secos y los alaridos.
Por encima de los insultos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Aquel infierno duró
apenas medio minuto, antes de que los gritos graves de su abuelo pusieran a los
niños a la fuga. Borja quedó tendido en el suelo, llorando casi en silencio.
Con el orgullo tan machacado como el cuerpo ensangrentado, y su vanidad tan
deshilachada como la americana añil mellada de botones dorados. Cuando su
abuelo le reincorporó, sintió la humedad entre las piernas. Se había orinado
encima.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p><span style="font-size: large;"><br /></span></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span><o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-4617679531991118042016-05-14T10:18:00.004-07:002017-06-06T02:17:48.970-07:00Los miedos de Borja<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_oNA5zq2-i5qPS6kzvreuM11s8Oke3yKYrV3iqscAlMiYb0lZXljH05vd2ASy65Gnhr9SQJ4zM1h2E30PBwRPx5AsnjoGQKVeeZNv9Qrd-iZpEriludwhW2UDz4KtCfMmhdnxHgIThteV/s1600/images+%25281%2529.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiWiXGuZHgiioipS_kbK7UvhPdBQ2_BY67KsyX6y6gwEcNDcwFflugCZs8D-ZkhfknLAHHAZ1W0fGu09Y7xotj6FxYF7MO74q6I7ASmCFDFK62cleQlVp6qksTr0pEaGIcrbTSUDhjB82b/s1600/images+%25281%2529.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiWiXGuZHgiioipS_kbK7UvhPdBQ2_BY67KsyX6y6gwEcNDcwFflugCZs8D-ZkhfknLAHHAZ1W0fGu09Y7xotj6FxYF7MO74q6I7ASmCFDFK62cleQlVp6qksTr0pEaGIcrbTSUDhjB82b/s400/images+%25281%2529.jpg" width="400" /></a></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Los caros y relucientes
zapatitos de charol de Borja rompieron la fina escarcha que cubría el charco y
chapotearon nerviosos tratando de escapar del agua gélida y turbia. Pero los
impolutos calcetines blancos, perfectamente levantados hasta las huesudas rodillas,
filtraron el frío y el fango líquido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Mirad ahí abajo, hijos.-
Don José Fontcuberta de Torres Peralta acompañó su orden con el golpe sonoro de
la puerta del lujoso coche cerrándose con rudeza.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Sus dos hijos mayores, Borja y Hugo, plantaban su infantil altanería junto al vehículo, ataviados de domingo tras la misa. Pero sumidos en el desconcierto por lo extravagante de la situación. Fran, permaneció preso del cinturón de seguridad en el asiento trasero, mostrando su desasosiego tras la ventanilla velada de vaho. Don José juzgó que sus tres años no le capacitaban aún para participar de aquel episodio.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El gris del cielo parecía
querer arañar con su plomiza panza el desamparo del vertedero. Sobre el fago,
infinidad de charcos de agua turbia y terrosa brincaban agitados por los
impactos intermitentes de las gotas de lluvia que las nubes lloraban. Y un
viento lúgubre gemía entre las casas de uralita y los edificios de ladrillo. El
helor del aire aferrándose a su cara y a sus párpados, cristalizó de diamantes
brillantes sus pupilas
desorbitadas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Desde la altura de la
cuneta de la carretera, la barriada parecía, aplastada entre el cielo pardo y
el barrizal cubierto de chatarra oxidada y papeles empapados, la alegoría
sarcástica de un sándwich de la miseria. Lágrimas de corrosión recorrían las
estructuras metálicas de unos columpios que colgaban de una sola cadena, en una
estampa fantasmagórica. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De algunas chabolas,
tuberías oxidadas apuntadas torpemente contra la verticalidad del cielo,
regurgitaban bocanadas de humo que se disipaban entre el reptar de las nubes. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Ropas tendidas de las
ventanas, se agitaban histéricas, empapadas por la lluvia y golpeadas por el viento lastrado del olor a neumático
quemado y podrido del vertedero. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Un vello verdecido y ralo
de gramíneas, salpicaba las lomas suaves que engullían con sus ocres la imagen apocalíptica.
La vida estrangulada por el barro y la basura; enfriada por la lluvia y atacada
por un viento furioso. Sepultada con sus
miserias y sus anhelos desatendidos. Con sus desesperanzas histéricas domadas
por el temple de la sobriedad endurecida del desengaño. Cubierta por la densa e
inquebrantable sombra de un cielo plúmbeo, lastrado de sueños mutilados y
podridos que gritaban desde las rasantes alturas, gimiendo por su suerte
mientras el aire fustigaba con sus latigazos el galopar majestuoso de las nubes
oscuras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Lejos de Borja, bajo la
lluvia, unos críos desharrapados jugaban entre los hierros esqueléticos y calcinados
de un coche muerto. Tan muerto y apagado como las esperanzas de aquel pozo
oscuro e infecto de Madrid, que parecía incompatible con la luminosa y fina
delicadeza del mundo de los Fontcuberta.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Borja sintió un
escalofrío que tenía más que ver con un miedo irracional que empezaba a
hormiguear por sus entrañas, que con la temperatura rayana en los cero grados.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Mirad bien ese lodazal.
Ahí viven los gusanos. Entre basura, barro y hedores sulfurosos. Apegados a la
miseria y a la basura como garrapatas. Como salvajes. Devorándose los unos a
los otros con un hambre ciega y asesina. Ahí habita el demonio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Don José fruncía el ceño
y hablaba con tono grave y cavernoso. Con fulminantes destellos de una rabia
indómita despuntando en cada palabra y la mirada clavada en aquel enclave
olvidado de la periferia obrera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El pequeño Borja tiritaba
por el frío y el pavor que la escena le provocaba.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-De allí, de esos
infectos lodazales, lanzará el demonio sus tentáculos una y otra vez contra los
nuestros. Contra los de nuestra clase. Contra los humanos que Dios creó, y
tratarán de atraparnos para arrastrarnos a su asquerosa condición de
especímenes inferiores. Dios los puso en el mundo para que sirviesen a nuestros
intereses. Pero hemos de tener siempre presente que son seres viles y envidiosos.
Y esa inquina y esa rabia que guardan
para nosotros, es una amenaza permanente
contra la que debemos estar precavidos y a la que hemos de adelantarnos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Impactado por las palabras
mesiánicas de su padre, Borja Fontcuberta agudizó la vista a través de la fina
cortina de lluvia y su mirada se cruzó con la de uno de aquellos niños que
jugaban alrededor del viejo coche desguazado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Borja cumpliría diez la
próxima semana. Aquel crío greñudo y mugriento, con la camiseta empapada constriñéndose contra su
menudo cuerpecillo, debía tener apenas
tres o cuatro años. Pero había un halo de senectud enturbiando su mirada. El
pequeño Fontcuberta guardaría por siempre, no sólo aquella escena, sino todo lo
que la rodeaba. Las sensaciones, los olores, el timbre de la voz de su padre,
la lluvia helada chocando contra su rostro y las gotas pendidas del flequillo
desprendiéndose y cayendo contra su americana gris marengo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero sobre todas las
cosas, lo que sobrecogió su corazón y le inspiró para siempre desde las
espuelas de un miedo atroz clavado en sus costados, fue la resuelta y decidida
acción de aquel niño suburbial. Sus ojos azules, casi grises, fríos como la
muerte que parecía habitar en ese tenebroso rincón olvidado de Dios, parecieron
atravesar los suyos propios, quebrándole el iris y la pupila en mil cristales despedidos
contra el barro nauseabundo. Borja dio un paso atrás cuando el pequeño se levantó
a lo lejos sin parpadear, sosteniendo la mirada. Luego, se agachó y tomó un
puñado de fango entre sus roñosas y pequeñas manos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Borja no entendió lo que
aquel gusano barriobajero gritaba mientras corría contra él con el brazo en
alto, amenazando con lanzarle el puñado de barro a la cara. Pero de pronto,
toda la solemnidad de las palabras de su padre parecieron cobrar sentido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Vámonos ya, papá.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Cuando el lujoso vehículo
retomó la carretera y se perdió más allá del lodazal, el pequeño Mario Espada
detuvo su carrera. Sus ojos claros quedaron clavados en el vacío que aquel ridículo
intruso con chaqueta, corbata y pantalones cortos, dejara en su territorio.
Pero en su mente, siguió corriendo. Volando tras el reluciente y suntuoso coche
hasta alcanzarlo y lanzar su proyectil de barro contra el parabrisas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfPyweII0xjnGuZfVy_rx1Vvc-4baSKYDEuoWJiv3zrvq4C8A1dr1W-Ghb0ZdSX0VZZj723WaXnj6qvD-2AI0qgiUbnUE7vX32GxPe4pFGZwxnhfluSiFFwBnNtb71zrAkld4dj8B8tBLS/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfPyweII0xjnGuZfVy_rx1Vvc-4baSKYDEuoWJiv3zrvq4C8A1dr1W-Ghb0ZdSX0VZZj723WaXnj6qvD-2AI0qgiUbnUE7vX32GxPe4pFGZwxnhfluSiFFwBnNtb71zrAkld4dj8B8tBLS/s400/images.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p><span style="font-size: large;"> </span></o:p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRg5rBxi6UdIzeulEduWNLICNXfkB5nzamVGIML46M9NOtlihT92_Td2kHBCb4PCy73xiZ6ceezEcunnlqPiYCQjftpX_m3N9FwRU-qWnKxun70aq22tMBPHk6gMbSyxEfP0QpnFtDM2po/s1600/descarga.jpg" imageanchor="1" style="font-size: x-large;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRg5rBxi6UdIzeulEduWNLICNXfkB5nzamVGIML46M9NOtlihT92_Td2kHBCb4PCy73xiZ6ceezEcunnlqPiYCQjftpX_m3N9FwRU-qWnKxun70aq22tMBPHk6gMbSyxEfP0QpnFtDM2po/s400/descarga.jpg" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span><o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-21168912065104421672016-05-04T14:07:00.000-07:002017-06-06T02:22:04.972-07:00La fotografía sobre la mesita de noche<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzMydUzCqq6BSqzYt35uiP-VagNasxpKaosVPpzkNst-qx0i1LiKGZk95fUV-xdb9wNZ0aJzMUdnyH5PgDRRlbPWT_11rDiE1d1nCHl_LJkWQIemIqm6TjBGdGsDhtD2snq6MfVG_bEyiP/s1600/SantaElena_Treumal.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzMydUzCqq6BSqzYt35uiP-VagNasxpKaosVPpzkNst-qx0i1LiKGZk95fUV-xdb9wNZ0aJzMUdnyH5PgDRRlbPWT_11rDiE1d1nCHl_LJkWQIemIqm6TjBGdGsDhtD2snq6MfVG_bEyiP/s640/SantaElena_Treumal.jpg" width="640" /></a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">La fotografía ha cambiado
en los últimos años y la estampa íntima y agreste guardada con celo por aquel
negativo, ha sido arrasada por la impertinente irrupción de los nuevos tiempos.
El criminal galope de la vorágine inmobiliaria y el salvaje capitalismo del
ladrillo, hundieron sus cascos devastadores en el tierno corazón de aquel
rincón del mundo, arrasando el alma silvestre e inocente de esos acantilados de roca,
recogidos sobre las limpias calas de arena gruesa y aspecto perlado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Pero décadas atrás, el pequeño
Juan Manuel Domínguez Baena reía despreocupado con sus hermanos, retando al
inmenso mar con sus pequeñas incursiones
contra las olas, que morían sangrando su espuma blanca sobre la playa. Un sol
limpio y tórrido bruñía su piel infantil, tersa y fulgente por el agua, la
crema y el sudor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Durante el año, la
familia vivía recluida en complejos de viviendas ajenas al mundo. Un espacio de lujos cercado por muros altos y alambradas de espino que mantenían la
presión de un universo convulso arañando el exterior de sus defensas. Sólo en ocasiones, la familia
escapaba de aquella aséptica atmósfera de suntuosidades para flotar entre la
miseria del exterior en su burbuja siempre infranqueable de seguridad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">A la corta edad de ocho
años, la carrera diplomática de su padre zarandeaba las velas de su común
galeón, arrojándolos a todos contra los rincones más exóticos del planeta. Con
toda la crudeza de la palabra “exótico” apuñalando el corazón y los grandes
ojos del pequeño Juan Manuel. Desde las
entrañas negras y hambrientas de Bamako, hasta los olores a pólvora y a podrido
de un Kabúl desgarrado por una guerra
infinita. Desde la macabra violencia opresiva
de San Salvador, hasta el ajetreo distendido de un Pekín siempre encapotado por
una nube densa de contaminación. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Por aquellos lejanos
tiempos, el pequeño Domínguez tenía
apenas conciencia de lo particular de su vida errante. Quizá algún arañazo en
el alma producido por las escenas desnudas del pudor de lo seráfico. Quizá alguna
quemadura en la ternura de un corazón aún permeable a las inclemencias del
mundo. Quizá algún zarpazo en la garganta de las imágenes crudas que se
sucedían más allá de la ventanilla blindada del coche diplomático con que
perforaban la realidad ardiente y correosa de la necesidad ajena. Adormecidos
por las caricias hipnóticas del
climatizador y los susurros melódicos de la música neutra del radiocasete.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Luego, como todos los
veranos hasta aquél, un avión envuelto en la estampa fulgente del pájaro de la
libertad les cargaba sobre sus lomos para navegar sobre un mar de pálidos cirros y devolverles a las
cálidas costas de Gerona. Y allí consumían sus días de estío. Desbocados por la
proximidad de otros niños, de otras gentes, de un mismo idioma, de una
seguridad marcada por la ausencia de los escoltas y el desvanecimiento de los
mundos tensos y amenazantes de los despojados. Allí volvían a ser niños en un
universo de ternura familiar y sonrisas distendidas. Y los pinos de los
acantilados se inclinaban para contemplar ensimismados sus juegos sobre las
arenas de las calas y los destellos de las olas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Aquel sería uno de los
últimos veranos que la familia disfrutase de aquella rutina agradable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Poco después, un atentado
en Beirut acabaría con la vida del hermano mayor, y el cielo azul de la vida
infantil se emborrascó; la lluvia fría de un dolor inmisericorde, desatento de
la inocencia ávida de clemencia, empapó las ropas infantiles de un alma con
acné de adolescente y ojeras de pesadilla. Y el mundo pareció cambiar de rumbo
contra el naufragio del galeón familiar con las velas desgarradas y varado en una
ola inmóvil. Congelado en la inmisericorde soledad de un océano desquiciado.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Así se quebró la idílica burbuja
de los Domínguez, y todo el hedor del
mundo irrumpió sin reverencias en sus pulmones. Desde entonces,
posicionado en un silencio sobrio, la densa inquina de la realidad se adhirió a
la piel del pequeño Juan Manuel, y los países que habitaron durante los años
siguientes se convirtieron en una obsesión para el hambre de un ansia de conocimiento
que devoraba con desesperación preguntas y respuestas. Una vida apegada a las
labores diplomáticas de su padre y su frío mundo de pasillos, reuniones y buenas
maneras escondiendo ocultos intereses. Y al otro lado de los muros el eterno
olor a podrido de las alcantarillas mezclándose en una pugna interminable con el embriagador aroma de las especias, del pan
caliente y de la carne de cordero a la brasa de los puestos callejeros.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">De ese modo, entre la
pinza de dos realidades irreconciliables, el pequeño Juan Manuel fue muriendo;
y el joven diplomático y político Domínguez Baena fue haciéndose un hueco a la
sombra de su padre y al calor de esos mundos que ilustraban su conciencia y su
percepción. Cada rincón del orbe que sus ojos apresaron, dejó su tatuaje en su
piel y su olor en sus pulmones. Y así, Domínguez se hizo a sí mismo como a un
tapiz de retazos y jirones de planetas distintos y agónicos, bordados sobre la
seda uniforme de una vida de lujos y de cariñosas atenciones, pero con el hilo
del dolor, y las fragancias de las grandes cosas tratadas con la sutileza amable
de lo intranscendente.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Tristemente, aquellos
años lejanos de paz y pureza, previos a la muerte de su hermano Jaime, quedaron
desterrados al sótano de la memoria, donde los recuerdos se cubren de polvo y
de telarañas. Pero la familia alegre que una vez fuera, con el mar a la
espalda, fundidos en un abrazo común, sonreía
desde los días pretéritos al
objetivo de la cámara. </span><br />
<span style="font-size: x-large;"><br /></span>
<span style="font-size: x-large;">Sólo una fotografía
robada a un segundo de actividad despreocupada y felicidad impetuosa,
conservaba el brillo tenue de un tiempo pasado desde el marco de madera sobre
la mesita de noche de Don José Manuel Domínguez Baena, actual ministro del
interior del gobierno español. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-large;">Ángel Molina</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-75418549935422630712016-03-14T15:22:00.000-07:002017-06-06T02:22:57.330-07:00Un par de apellidos<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCUfMtfJaFrdk7oT-VWQunMd-oe6uuTvLW0uj7YiNrEZAtXJvuzGmW9_PEb429nSoW_4ieMdVWsunlaeouiMReVrtFqYfwMuufPJpG1iGUxcgKR-x_D0GtKI8spNs-kprxtvLuN77l3lo/s1600/pandillas_01.jpg" imageanchor="1"><br /></a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCUfMtfJaFrdk7oT-VWQunMd-oe6uuTvLW0uj7YiNrEZAtXJvuzGmW9_PEb429nSoW_4ieMdVWsunlaeouiMReVrtFqYfwMuufPJpG1iGUxcgKR-x_D0GtKI8spNs-kprxtvLuN77l3lo/s1600/pandillas_01.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpRGN1Vy0bJhUwABeHmBCCyk0aen-e8_VHT2HeFndKld9RKc4v60QhudgsfcUQ6V7033totC8jsDM-f16WSfP-_DbtxMwIMfUhYu3el_ZUmEeaESERFXeKcnNa4hdNfxbYPgsMZI-KaRLK/s1600/PANDILLEROS%255B1%255D.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW_bOIh-Dipg14Y_hoJ9-uNArEaINzA_Z2K_-W6CORkEGYeQjb_soZjPXBRlZwxymZMHnOK0IC9acMbU60zV1GeFh6qWzvSzRi565pYEHKSn9c1GbPoDFjQOTDcYjYz3985YhNLb5DkdJ4/s1600/PANDILLEROS%255B1%255D.jpg" imageanchor="1"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW_bOIh-Dipg14Y_hoJ9-uNArEaINzA_Z2K_-W6CORkEGYeQjb_soZjPXBRlZwxymZMHnOK0IC9acMbU60zV1GeFh6qWzvSzRi565pYEHKSn9c1GbPoDFjQOTDcYjYz3985YhNLb5DkdJ4/s400/PANDILLEROS%255B1%255D.jpg" /></a></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Hay personas que no nacen personas. Hay embriones de persona que
simplemente son arrastrados a un mundo insípido que moldea su inconsistencia a
golpe de hormas que preceden sus alumbramientos. Domados por las rigideces de
tinta impresa en documentos de identidad; por cárceles disfrazadas de zaguanes
con cunas y sonajeros; por barricadas de amor contra la carga desesperada y
suicida de un mundo histérico y macabro. Sostenidos por caricias que apuntalan
el ánimo derrota tras derrota y jornada tras jornada; alimentados por la rutina
tediosa de tres comidas diarias y el efecto hipnótico de la televisión con su
sermón apestando a cloroformo. Sometidos al corsé de lo que de ellas se espera,
y que acaba intoxicando sus propios anhelos e imponiendo su negra
inconsciencia. Y a fuerza de no ser nada más que una inercia ciega y sorda, a
fuerza de dejarse llevar por la corriente del tiempo que les consume, la
sociedad los reconoce como sus hijos bastardos y con una arrogancia
condescendiente, les registra finalmente como personas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Pero la humanidad de Mario Espada no la forjaron los apellidos que nunca
tuvo, sino unos puños rápidos como descargas eléctricas, y furiosos como la
desesperación más desquiciada, contenida en las costras sangrantes de unos
nudillos mugrientos e infantiles. La resignación cinceló las aristas de su
estómago y recortó las distancias de su horizonte. A la dignidad escurridiza tuvo que reinventarla
una y otra vez, tras cada ocasión en que la vida le daba jaque mate. Y tantas
noches muerto entre los adoquines de los estrechos y sucios callejones; y
tantas veces resucitado al estrenar otra
fuga más del orfanato de turno. Las rodillas abrasadas por el asfalto, las cejas
partidas, las mil y una heridas con que la suerte parda besó su cuerpo,
aprendieron a cicatrizar con las gasas infectas de la intemperie. Las caricias
que le exorcizaron el alma costaban mil
duros en el antro de la esquina. Y las lágrimas que, al abrigo de la soledad y el
silencio acuchillaban sus mejillas, arrastraban la hiel y la pena que le
corroían las entrañas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Se aprende más de la vida cuando se la observa en perspectiva, desde las
orillas frías de la muerte, sintiendo sus gélidos y sulfúricos alientos. Las
manos encallecidas del niño, mostraban en las páginas de carne de sus pliegues
un pasado tan breve como sufrido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Algún gurú de las navajas con un chute de metafísica corriéndole por las
venas, le dijo una vez que uno es esclavo de sus palabras pero dueño de sus
silencios. Y Mario comprendió pronto que todo lo callado se amontonaba y se oxidaba
varado en la garganta, provocándole un dolor que le desgarraba el pecho pero
alimentaba la reflexión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Y a golpe de silencios y crochés, la
calle le dio un alias y un par de apellidos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">El amor le fue siempre esquivo, pero en lugar de una familia, la vida le
concedió un hueco en una manada de lobos de barrio que le mantuvo vivo durante
unos años. Durmiendo entre cartones primero, y después en pisos de mala muerte
de paredes húmedas y desconchadas, compartidos por un número oscilante de negros
individuos sin pasado ni futuro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">El Pozo del Tío Raimundo, que veinte años antes marcara la infancia de
Carlos Ledesma, se había transformado en los postreros ochenta en un infierno
de desposeídos de alma, que se arrastraban como babosas impulsadas solo por los latidos del mono que
les consumía. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Un ángel tatuado, con cazadora, pistola y un rosario de antecedentes le hizo ver que en el mundo había dos clases
de personas, los que consumían drogas y los que las vendían. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Mario asintió en silencio, y a
fuerza de trapichear reunió lo necesario como para coger la distancia suficiente y por primera vez, verse
a sí mismo en el mundo. Las cuestiones
que encallaban ahora en su garganta, preguntaban a gritos tantos porqués que el
dolor se hacía insoportable. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Tiempo después, como siguiendo un guion preconcebido, aquel mismo ángel suburbial
de patillas largas y esclavas de plata en las muñecas, le consiguió un curro de
aprendiz en una fábrica de pinturas y le amenazó, acariciándole el pómulo con
la hoja de una navaja, con rebanarle el pescuezo como le volviese a ver con la
manada de la que él mismo era miembro destacado. Pero poco más tarde, al enviado de los cielos le
cayeron varios inviernos en Carabanchel y Mario entendió la moraleja del
asunto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Siempre ilegal, siempre bajo cuerda, siempre sudando a escondidas una paga
mísera que complementaba con un mercadeo esporádico de drogas. Contaba solo trece
años cuando el mundo del trabajo apresó sus alas y sus horas, tiznando con
premura la sombra azulada de sus ojeras. Y los ritmos metálicos de las fábricas
alimentaron la maquinaria de su propia conciencia, sustituyendo con el pasar de
los años el ansia de la supervivencia por la rabia de la rebelión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">La sociedad podría seguir mirando hacia otro lado con la arrogancia desprendiéndose
de sus gestos presuntuosos. Podría seguir dándole la espalda, pisándole, escupiéndole
y mofándose de su suerte. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;">Pero Mario Espada era ya consciente de que, aunque jamás nadie se lo
reconociese, él se había ganado a pulso la consideración de persona que el
destino trataba de arrebatarle.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCUfMtfJaFrdk7oT-VWQunMd-oe6uuTvLW0uj7YiNrEZAtXJvuzGmW9_PEb429nSoW_4ieMdVWsunlaeouiMReVrtFqYfwMuufPJpG1iGUxcgKR-x_D0GtKI8spNs-kprxtvLuN77l3lo/s1600/pandillas_01.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisCUfMtfJaFrdk7oT-VWQunMd-oe6uuTvLW0uj7YiNrEZAtXJvuzGmW9_PEb429nSoW_4ieMdVWsunlaeouiMReVrtFqYfwMuufPJpG1iGUxcgKR-x_D0GtKI8spNs-kprxtvLuN77l3lo/s400/pandillas_01.jpg" /></a></div>
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<span style="font-size: x-large;"><br /></span>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-large;"> Ángel Molina<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-16744691928123544212016-03-05T11:00:00.003-08:002017-06-06T02:25:18.035-07:00La visita a la fábrica<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Selena sintió un
escalofrío al adentrarse en la húmeda oscuridad de la nave y el miedo tensó su
mano diminuta, aferrándose con fuerza a los nudosos dedos de su padre. La luz
de la entrada parecía sesgada por un corte limpio sobre el suelo sucio y
encharcado de la planta hormigonada, delimitando el aire puro del exterior y
advirtiendo del infierno lóbrego, macilento y ajetreado de un tenebroso interior. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Olía a pintura, a
soldadura, a grasa de la maquinaria, a humedad… Había un tufo fuerte y la
pequeña arrugó el entrecejo como si eso fuese a aliviar la furia de los gases
abrasando sus fosas nasales y adhiriéndose a su garganta. Sus zapatitos blancos
y pulcros pisaron un charco de agua turbia, y sintió el líquido frío mojando
sus calcetines.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Las grandes máquinas
conformaban una suerte de pasillo, jalonado por serios y sombríos operarios que
se movían como autómatas en un baile reiterativo e inanimado; con su humanidad
sepultada bajo los monos grises de trabajo y los sucios cascos que parecían robarles
la identidad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pequeñas grúas levantaban
los toscos esqueletos metálicos de los electrodomésticos, trasladándolos a los
distintos puntos de la cadena de
montaje.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Los ojos enormes y azules
de la niña, succionaban las estampas tristes y circunspectas de los trabajadores. Y al hacerlo, exhalaban un miedo irracional hacia aquellos seres deshumanizados
y manchados de grasa y pintura, que parecían alimentar con sus metódicos quehaceres a esa
monstruosa maquinaria fabril que irradiaba más vida que los propios operarios
que la hacían funcionar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En ocasiones, las sierras mecánicas emitían sus
chillidos agudos y estridentes y lluvias torrenciales de chispas doradas
desplegaban sus cortinas de fuego contra los espacios de la fábrica. Cables y
brazos mecánicos se movían con pasmosa precisión ante el asombro de la pequeña
y hermosa Selena, emitiendo sus escandalosas disfonías de calderines despresurizando,
engranajes desacoplándose, discos
girando y friccionando, y pitidos avisando de tareas finalizadas o listas para
iniciarse.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sobre el cabello rubio y
laceo de aquel pequeño ángel que rompía con su inocente figura infantil la
sobriedad tensa de la industria, una diadema brillante con pequeñas y
relucientes piedrecitas, coronaba y distinguía la inocencia vestida de un
blanco puro e impoluto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De su mano, Don José
Fontcuberta de Torres Peralta, propietario de la empresa, caminaba con gesto
altivo y mirada desafiante. Supervisando la producción y asintiendo a las
explicaciones del director, que se deshacía en agasajos tratando de parecer
digno del puesto que ocupaba.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: normal; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 1; word-spacing: 0px;">
</div>
<span style="font-family: "times new roman"; font-size: xx-small;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "times new roman";">Desde la profundidad umbría de la planta, las entrañas de la fábrica parecieron regurgitar una lozana figura, que empujando un traspalé cargado de chatarra, avanzó hacia la sobrecogida niña y su </span><span style="font-family: "times new roman";">trajeado y altanero </span><span style="font-family: "times new roman";">padre. </span></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "times new roman";"><br /></span></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "times new roman";">Selena clavó su mirada en aquel joven que recortaba la distancia con rapidez, acercándose de frente y oculto el torso tras la carga que empujaba.</span></span><br />
<div class="MsoNormal" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: black; font-family: 'Times New Roman'; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: normal; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: 1; word-spacing: 0px;">
<div style="margin: 0px;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></span></div>
<div style="font-size: medium; margin: 0px;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Al llegar a su altura, el
trabajador cruzó con ella una mirada de sorpresa que corrigió con una súbita sonrisa; la dedicó un guiño y un gesto amable que
cautivaron a la pequeña. Esta detuvo su tímido
caminar y se volvió para ver como el chico se alejaba, preso de sus labores.
Por alguna razón, la fugaz mueca cariñosa y serena del trabajador desdibujó el
gris pardo y asfixiante del uniforme de trabajo, irradiando una luminosidad
cargada de vitalidad que encontró las puertas abiertas de par en par de los
ojos claros de la niña y caló en el corazón asustadizo y trémulo, sediento de
calor. Mirando por encima del hombro, ignorando la creciente distancia con el joven y desapercibido trabajador
que se alejaba empujando el ruidoso traspalé, Selena le consagró una sonrisa amplia y sincera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Él se llamaba Antonio y
llevaba unos meses trabajando en la fábrica tras haber tenido que cerrar su
taller mecánico en Vicálvaro. Su amigo Carlos Ledesma le consiguió el puesto en
la planta de “electrodomésticos Lucero” de Alcorcón, aprovechando su posición en
el sindicato.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero lo que ninguno sabía
era que en ese instante, en el momento fugaz en que sus miradas se
entrecruzaron, los hilos caprichosos y desquiciados del destino quedaron
enredados; apresándolos a todos en un futuro interconectado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Al joven Antonio, a la pequeña e inocente Selena,
al todopoderoso Sr. Fontcuberta y al
duro sindicalista Carlos Ledesma, que observaba la escena desde la pasarela
elevada que cruzaba la planta desde las alturas.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Los dados habían echado a
rodar en ese momento sobre el tapete gris y enfebrecido de la sucia fábrica y
el destino tortuoso se quedaba sin opciones. Mientras los partenaires sellaban
la colisión de sus caminos sin percatarse de nada, y la fábrica paría sin
recato su camada infinita de lavadoras y refrigeradores, el futuro se frotaba
las manos, orgulloso del argumento del guion
que había dispuesto para todos aquellos seres.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></span><span style="font-size: medium;"><span style="font-size: xx-small;"><span style="text-align: right;"><span style="font-size: xx-small;"> </span><span style="font-size: large;"> </span> <span style="font-size: large;"> Ángel Molina </span></span></span></span><br />
<span style="font-size: medium;"><span style="font-size: x-large; text-align: right;"><br /></span></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSLqXMc0YfmciDAS3fr-jVWii91Wn3DreUzLrH77Xi63yoir0hQwLMtW_PaMrQLJ-BbTUX_kt6E9RjYZRNfpdPvzE7N38RGaPaqmfse_vpY8X1KXSbH-zL-gwIqsCWeBgYsIJ6Cf0pdOjz/s1600/mps88.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: justify;"><img border="0" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSLqXMc0YfmciDAS3fr-jVWii91Wn3DreUzLrH77Xi63yoir0hQwLMtW_PaMrQLJ-BbTUX_kt6E9RjYZRNfpdPvzE7N38RGaPaqmfse_vpY8X1KXSbH-zL-gwIqsCWeBgYsIJ6Cf0pdOjz/s400/mps88.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-73171217183697728232016-02-20T13:23:00.003-08:002017-06-06T02:44:39.272-07:00El Pozo del Tío Raimundo. 1968<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWwBh9l1d_LlYQLhW3bRDpfx7BvsLxXhlNGK7A3ornU9JNoEIXan42o5tmKufqVmfSBYrf4lYXVcVGyzgtkqLBRfTeBS925YR4wY8K89hBtYdriBILtE1aSM8VRWZt0-wDqhNVCnXot0XF/s1600/descarga.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="392" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWwBh9l1d_LlYQLhW3bRDpfx7BvsLxXhlNGK7A3ornU9JNoEIXan42o5tmKufqVmfSBYrf4lYXVcVGyzgtkqLBRfTeBS925YR4wY8K89hBtYdriBILtE1aSM8VRWZt0-wDqhNVCnXot0XF/s400/descarga.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La pavesa saltó de entre
las llamas de la fogata prendida en las entrañas del oxidado bidón. Sorteó con
maestría los rostros arrasados de los hombres que se arrebujaban a su alrededor
ateridos por el frío de aquel invierno despiadado. No prestó atención a las expresiones sobrias y castigadas, escritas con el cincel impasible
de la necesidad y el desespero labrando surcos ásperos en la rudeza castigada de sus
caras. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Describió algunas
espirales sobre la bocanada de calor
prendida en las zarpas del fuego antes de revolotear hacia el helor de una noche incipiente. Pasó sobre los escombros del vertedero,
ignorando los macabros recovecos entre los ladrillos, la ferralla y la basura,
en los que la miseria babeaba como el rocío, humedeciendo con su lamido
pegajoso la estampa de devastación de aquellos parajes vallecanos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Haciendo cabriolas a
merced de un viento gélido como la muerte, cruzó la calle embarrada que limitaba
con las primeras chabolas del barrio. Sobre los charcos inmundos del camino,
algunos críos sucios y empapados jugaban a perseguirse, trepando entre las
bolsas de basura, que destripadas, sembraban con su podrida evisceración los
portales de los primeros bloques de ladrillo. Las construcciones se erigían
entre las chabolas, el fango y el vertedero, agonizando por el veneno amargo de
un futuro descuartizado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero la pavesa blanca,
como una lágrima pálida, sorteó la miseria oscura y el gris pardo del barrio.
Frente al descampado del edificio del matadero, la brisa decidió abandonarla a
su suerte y replegó sus dedos cuidadosos. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Sentado sobre el poyete de la tapia
del matadero, la figura cabizbaja de un crío cubierto por una boina de visera, pareció un buen destino. La ceniza se desplomó en una barrena mortal sobre la
rodilla desnuda y mugrienta de Carlos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El chico, serio, aplastó
con el dedo la pluma gris y ésta se desintegró dejando su sangre negra y
polvorienta sobre la piel fría del muchacho.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Lentamente, Carlos
Ledesma, se descolgó del muro enmohecido de ladrillos y cayó con las botas ajadas sobre el barro. No le importó sentir el agua helada salpicar contra sus
espinillas cubiertas de heridas y mugre. Normalmente, se le podía ver acompañado
de su cuadrilla de incondicionales, retando a la muerte en cada esquina
maloliente del barrio. Pero hoy había preferido la soledad. Aunque no estaba
estrictamente solo. Una rabia gigante le acompañaba. De hecho, parecía que ésta
estuviese estrangulándole las entrañas con su mano de fuego, convirtiéndole en
un muñeco de ventrílocuo y arrastrándole hacia el oscuro callejón del prostíbulo
de detrás del matadero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sus ojos claros brillaron
cuando una bombilla desnuda, colgada de aquellos cables despellejados, alumbró tenuemente su figura, surgiendo de las
entrañas de la miseria. Por un momento, se detuvo frente al pequeño portal y
sostuvo la retadora mirada de un gato que contuvo el paso junto a él. El
felino, bajó la vista con renovada indiferencia y prosiguió su camino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Carlos anduvo hacia los cubos de basura sepultados de
deshechos y se acurrucó tras ellos, al abrigo de las sombras. Mientras la noche cubría con su tétrica losa negra los torturados intestinos del
Pozo del Tío Raimundo. Se bajó la visera de la boina y encogió el cuello
buscando el abrigo del grueso jersey de lana. Mientras esperaba, Carlos se miró
las manos de quinceañero plagadas de heridas y padrastros. Con las uñas
coronadas por una negra capa de roña y los dedos enrojecidos por el frío. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Al
escuchar el portazo se incorporó, asomándose escondido entre las sombras y las
basuras, y pudo ver al hombre que abandonaba el prostíbulo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El tipo, con una mirada
lasciva prendida de su rostro marcado de viruela, se peinó hacia atrás y guardó
el peine en el bolsillo de la americana. Luego se atusó el bigotillo de
fascista y caminó calle abajo mientras silbaba con altanería una coplilla pegadiza. El eco estridente
de sus pasos por la única calle asfaltada, camufló el andar leve y rápido de
Carlos, que al abrigo de la noche y de la negrura de un barrio sin luces,
recortó la distancia con el desprevenido falangista de la BPS. Apenas seis
metros separaban al chico de la espalda del hombre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El corazón de Carlitos
Ledesma era un tronar de tambores; sus sienes, un volcán en erupción; sus
músculos, pura tensión regada de epinefrina; su sangre, lava a punto de reventar las venas. Sus ojos
azules, desde la negrura de la sombras bajo la visera de la boina, dos chispas
de rabia. Dos dagas de muerte proyectadas contra la nuca de aquel asesino despiadado, de arrogantes maneras y
mirada incisiva. Terrorífica. Con una expresión de macabra locura chillando desde sus dilatadas pupilas, tan profundas y oscuras como el infierno mismo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Fue un instante fugaz. El policía giró la cabeza, alarmado por las pisadas de una rápida carrera, pero no tuvo tiempo más que para deslumbrarse por el leve destello de la hoja de una
navaja avanzando veloz contra su rostro. Carlos hundió la cuchilla en el ojo
del policía y sintió la punta chocando con el interior del cráneo. Fue tan solo la primera de las puñaladas. Con cada una de las que
vinieron después, el crío no veía más que la imagen del policía golpeando a su
padre, hundiendo su cabeza en barreños de agua hasta casi ahogarlo, sacudiéndole
descargas eléctricas, apagando cigarrillos en su rostro… torturándole hasta la
muerte.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Aquella gélida noche, Carlos Ledesma había brindado sus manos jóvenes
y ágiles; y su corazón, fuelle agitado de torrentes de una sangre roja
y caliente, al ánima revanchista de quien le diese la vida. Pero el hijo del
obrero vengó al padre asesinado con una inquina desmedida porque, más allá del
imperio instintivo de los genes, estaba la obligación determinista de la razón
de clase.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Cuando la Guardia Civil
levantó el cuerpo del miembro de la Brigada Político Social hallado en el barrio
chabolista próximo a Vallecas, éste estaba literalmente cosido a
puñaladas. Impresas en el barro endurecido
y escarchado de la mañana, unas pisadas menudas rodeaban caóticamente el cadáver
ensangrentado, que aún sujetaba entre sus yertos dedos, una pistola que no tuvo
tiempo de disparar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">-Putos rojos de mierda…- Bajo las formas temibles de su tricornio, el
cabo murmuró mirando con desprecio el corro de curiosos, que parecían sonreír y
mofarse desde la calculada inexpresividad de sus curtidos rostros de míseros trabajadores.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8rMcMfwVGVjM3wnyO2yIFwdJefLY6HMc-xEH5O2TphsJ6Fqmn8kBzzXQ9WYEspFocirXkINT6_tVZ7hBMByvwonorSCpjI6bNNtEh5jU459YPv3p2LuhrEeIzWrCOHQlpO6u2zNovn6pd/s1600/40d3af8ad64ec7e2a75c217ab5724b38.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8rMcMfwVGVjM3wnyO2yIFwdJefLY6HMc-xEH5O2TphsJ6Fqmn8kBzzXQ9WYEspFocirXkINT6_tVZ7hBMByvwonorSCpjI6bNNtEh5jU459YPv3p2LuhrEeIzWrCOHQlpO6u2zNovn6pd/s320/40d3af8ad64ec7e2a75c217ab5724b38.jpg" width="320" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8rMcMfwVGVjM3wnyO2yIFwdJefLY6HMc-xEH5O2TphsJ6Fqmn8kBzzXQ9WYEspFocirXkINT6_tVZ7hBMByvwonorSCpjI6bNNtEh5jU459YPv3p2LuhrEeIzWrCOHQlpO6u2zNovn6pd/s1600/40d3af8ad64ec7e2a75c217ab5724b38.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfpJlD4y3SYKCgnlm17pbfhA-DiVy966o_0SNJrr7oCqix4kGK9NSS7jRlaXgieox-Cn-jjRjdPeiGfgWys8jDk6vu3J8Z5nbQf7stQQiWVRoUjkuZlKlKJCA1ZUvA15JnWLfX-N2XWpje/s1600/images.jpg" imageanchor="1"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfpJlD4y3SYKCgnlm17pbfhA-DiVy966o_0SNJrr7oCqix4kGK9NSS7jRlaXgieox-Cn-jjRjdPeiGfgWys8jDk6vu3J8Z5nbQf7stQQiWVRoUjkuZlKlKJCA1ZUvA15JnWLfX-N2XWpje/s400/images.jpg" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span><o:p></o:p></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-90657864771518829762016-02-10T11:07:00.002-08:002017-06-06T02:29:49.888-07:00EL TRAMPOLÍN<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Esclavo de sus pequeñas
piernas infantiles, le resultaba difícil trepar por los elevados peldaños de la
escalera de caracol; chapoteando descalzo sobre los charcos que se formaban en
el irregular hormigón de los escalones. Con habilidad, sorteaba las largas piernas de los adultos que bajaban la mirada sorprendidos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En ocasiones,
incluso, alguno de ellos le cogía en brazos para bajarle de nuevo al césped, riñéndole por
tratar de llegar a lo alto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero allá volvía Juan a
la carga con inconsciente decisión, encarando una vez más las largas escaleras
del trampolín.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">No sabía nadar aún, pero
ese detalle era apenas una anécdota insignificante,
incapaz de detener un ímpetu indomable, que azuzaba con su testarudez
irreflexiva desde las entrañas del pequeño ser.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El plan trazado obviaba el
asunto de la natación, planteando la alternativa de la apnea como solución
prodigiosa. Sólo había que bucear desde el punto de impacto hasta la escalerilla
metálica del bordillo. Hazaña de simple ejecución en la abstracción de la
mente, pero a la que Juan concedía secretamente la gravedad de una dificultad
inherente, incrementada por la agonía
del fallo hipotético en la tentativa. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En cualquier caso, el esfuerzo y el
riesgo se veían ampliamente recompensados por la emoción del salto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por mucho tiempo después
de aquello, cuando se paraba a recordar,
a Juan le conmovía la huella de aquellas sensaciones. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La emoción del cosquilleo que le provocaban
los fríos dedos del miedo jugando a revolver las tripas, al avanzar a través de
la larga y estrecha tabla; encaminándose hacia el borde contra las presas del
vértigo que trataban de asir sus tobillos infructuosamente. La amenaza tenaz
del abismo abierto, más allá de las reducidas dimensiones del tablón, era sin
quererlo parte del reto que espoleaba la empresa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La imponente vista desde
la altura, parecía doblegarse bajo sus diminutos pies, como en una reverencia
sumisa y grave a su gigante figura infantil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Abajo en el césped, su
hermano gritaba y lloraba aterrado ante la imagen del flotador de cabeza de
pato desinflándose mientras abrazaba su cintura. Al pobre le causaba pavor esa escena en que la silueta
comenzaba a desfigurarse en un gesto macabro, plegándose agónica sobre sí
misma, mientras el aire se fugaba a raudales por la válvula abierta y su padre
se reía divertido por la situación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Su madre, por el
contrario, se enfadaba y recriminaba a su marido que asustase al crío con aquel
espectáculo una y otra vez. Tampoco le gustaba en absoluto que permitiese a
Juan subir al trampolín para lanzarse a la piscina. Sin saber siquiera nadar.
Sufría con todo aquello y los nervios le consumían, cosa que parecía causar cierto regocijo
simpático en el padre de los niños.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Juan avanzó hasta el filo
de la tabla y con un salto decidido, se lanzó escorado hacia la izquierda,
recortando en la caída la distancia horizontal que le separaba del bordillo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Aún recuerda el empujón que da el valor para romper la resistencia del miedo
natural, de la conciencia instintiva de la evasión del riesgo. La patada
decidida al abismo. No olvida el vacío en el estómago ni el clamor en el pecho; el cosquilleo, la duración de la caída. La azul superficie elevándose vertiginosamente
hacia él con los destellos del sol fulgiendo rabiosos al ritmo nervioso del
agua agitada. Como muchos años más tarde vería la tierra pedregosa buscando el
encuentro violento con sus botas militares descendiendo del cielo tras lanzarse
de un avión sumido en similares sensaciones. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Rompió la superficie y se sumergió
hasta el fondo, buscando el suelo para impulsarse hacia la escalerilla. Buceó
hasta quedarse sin aire, antes de lo previsto, y sufrió hasta alcanzar la
orilla. Salió del agua aturdido, tosiendo y sobrecogido, aunque iluminado con
una sonrisa enorme de satisfacción.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Lejos, a unos cuarenta
metros, su madre parecía incómoda mientras buscaba los bocadillos en el cestón.
Su padre, algo nervioso, trataba ahora de esconder el flotador de la vista de su
hermano, que se había convertido en el centro de atención de todos los usuarios
de la piscina. Aullando estridentes alaridos mientras el pato de plástico se
consumía una vez más.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Juan sonrió, y con el
corazón acelerado, corrió de nuevo hacia
la escalera del trampolín.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-78867579329911311482016-02-05T13:25:00.001-08:002017-06-06T02:31:12.534-07:00Su segundo ocaso<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimwdzJbyPlfpa-F4fIX9_kEi62CAYjESgKVgHiRoApGC3BVlLvDk5dzOQVeXu0O-EZx3EC34I3KY4Rn76VGBvt4RLnhTYVJi17hlA-iTj-PFGtPRl06cnhZFTRy3ge67bhyphenhyphenmc5VQrx9Sj-/s1600/0%252C%252C18990340_303%252C00.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvkaij79vjinEV-QuGInhNdiTagksgzQUaPWxtBfTeG55RFVq9pGq8q3B347IpGn0r_a-16s7fgNGV5sVi9Yq5emavTycZPQDdjrpl2ELr14zdFYjxVtYkXmgefVVLgmSjVoVbuj7yrwgv/s1600/Sunset.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvkaij79vjinEV-QuGInhNdiTagksgzQUaPWxtBfTeG55RFVq9pGq8q3B347IpGn0r_a-16s7fgNGV5sVi9Yq5emavTycZPQDdjrpl2ELr14zdFYjxVtYkXmgefVVLgmSjVoVbuj7yrwgv/s320/Sunset.jpg" width="320" /></a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Las piernas le temblaban
levemente, debilitadas por el esfuerzo y por un cansancio pegajoso como la
humedad ardiente de la selva. En la escarpada cima del cerro, la densa
vegetación parecía darse la vuelta y mirar hacia los angostos valles, tratando
de disimular. Pretendiendo que no se percataba del claro de hierba verdecida
que luchaba por abrirse un espacio entre la jungla densa. Pero la jungla, magnánima,
concedía ese rincón a la luz, al aire; a
la misma sierra, enterrada bajo una vegetación espesa que había dejado a la
tierra huérfana de sol. Chejas y tucanetas esmeralda volaban sobre el claro con
sus llamativos colores, apenas visibles ya por la próxima caída de la noche. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En completo silencio, los
guerrilleros fueron surgiendo de la espesura con el susurro de las hierbas
rozando sus ajadas botas. Siluetas sigilosas y cabizbajas, cargadas con
mochilas enormes y fusiles que desprendían olor a pólvora quemada. Como una
danza sincronizada, los hombres ojerosos de rostro hastiado y mirada perdida,
fueron rodeando la linde del claro. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">De pronto, uno de ellos
se detuvo. Los demás se congelaron en el acto. Luego hundió la rodilla en la
hierba húmeda e hizo una señal con el puño que todos obedecieron, arrodillándose
también y encarando con sus armas hacia
las sombras amenazantes que cercaban el descampado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Descansarían allí unos
minutos. Habían coronado el cerro y una bruma espesa corría abajo, con su
arrastrarse sinuoso por entre las quebradas, como un río blanco que sepultaba a
su paso el verdor de aquel rincón de la selva colombiana. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimwdzJbyPlfpa-F4fIX9_kEi62CAYjESgKVgHiRoApGC3BVlLvDk5dzOQVeXu0O-EZx3EC34I3KY4Rn76VGBvt4RLnhTYVJi17hlA-iTj-PFGtPRl06cnhZFTRy3ge67bhyphenhyphenmc5VQrx9Sj-/s1600/0%252C%252C18990340_303%252C00.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><br /></a><span style="font-size: large;">Juan se recostó contra la
mochila y asentó la ametralladora frente a él. Sudaba como un océano
desbordándose. Las cintas de munición dispuestas sobre los hombros clavaban las
puntas de los cartuchos contra su cuello y la espalda había dejado de sentir el
peso del enorme morral, entumecida ya y
falta de riego sanguíneo.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Estaba exhausto. Llevaban días corriendo,
huyendo de un enemigo al que por fin parecían haber dejado atrás, después de
jornadas de combates que habían diezmado la columna. Por un momento, Juan cerró
los ojos y respiró con un ansia de oxígeno casi enfermiza, hasta que los pulmones
parecieron deshilacharse por la presión. Luego mantuvo el frescor del aire
limpio dentro de sí, tratando de aplastar los hedores a podrido de la atmósfera viciada e infecta de la jungla que se adhería aún a sus fosas nasales y a sus alvéolos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Corría una brisa agradable que al acariciar su piel sudada, parecía rebajar el volcán de sus venas, que irradiaba un calor infernal a cada célula de su
castigado cuerpo. De una de las
cartucheras, sacó la pequeña pipa de madera del comandante Garzón. El
comandante niño. El líder de la compañía, que con solo dieciséis años había
muerto despedazado por una granada de
mortero hacía un par de días. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Era cuestión de tiempo, –pensó
Juan- dieciséis primaveras enfrentando a la muerte cada día, tenían que traer,
antes o después, el invierno eterno. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Por unos minutos, Juan se
dejó llevar por los caprichos de una memoria corta, empeñada en ordenar el caos
de miedos, muertes y penurias de los últimos días, enmarañados en un zarzal de
espinosos dolores. Sus dedos
ennegrecidos por la pólvora y la sangre reseca, jugueteaban con la pipa de
Garzón.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero de pronto, la
memoria saltó al abismo infinito de tiempos lejanos. Espoleado por un aroma, un
beso de aire freso, el vuelo errático de un murciélago tempranero… No supo bien
por qué. Tampoco le importó el motivo. Sin embargo agradeció la sensación de
paz que le invadió súbitamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Al mirar al frente, donde
el cerro se despeñaba contra los abismos verticales de la sierra verde, una
escena familiar le golpeó como un hachazo de nostalgia repentina. Sobre su
cabeza, el cielo infinito se cernía abovedado contra el horizonte. Desde el
negro incipiente de sus espacios verticales, iba degradando la contundencia
azabache de su manto, engullido por un azul marino, un índigo, un celeste cada
vez más verdoso. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">En algún momento, bajando
la vista, el verde se desleía en un amarillo dorado que cobraba un tono más y
más anaranjado, hasta fundirse en el rojo incandescente sobre el horizonte; en
cuyas llamas se quemaban las siluetas negras del perfil lejano al contraluz. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La brisa agradable, la
sensación de calma, el cuerpo cansado, la hierba húmeda…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La escena del ocaso le
devolvió a un tiempo pasado que se aparecía ahora como el espejismo de un sueño
volátil e irreal. Un recuerdo entre brumas. Su hermano sentado sobre las
piernas de su padre, mientras este explicaba cómo plasmar el atardecer en una
pintura; cómo verter los recuerdos de un cielo de cromatismos infinitos en un
pedazo de papel. Aquel parque de su infancia. Los años se le atravesaron en la
garganta como una espina envenenada y la distancia y los años transcurridos,
parecieron gritar su alarido contenido durante algo más de dos décadas desde el
rincón oscuro de su abismo ignoto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Juan estuvo a punto de
preguntarse qué habría sido de aquel chico que, con el balón entre las manos,
escuchaba atento la voz aún joven de su padre; perdida la mirada en el cielo
teñido de un sol en agonía. Qué habría sido de aquel padre, de aquel hermano,
de aquel rincón del mundo. Qué habría
sido de aquel tiempo arrasado por los
años.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero no lo hizo. No quiso
preguntárselo. Temió romperse. Por un instante sintió el suelo temblar bajo sus
pies y el alma pareció gemir antes de crujir y quebrarse. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El destino, su rabia, su
rebeldía, su voluntad, sus convicciones, sus ansias absurdas de aventura… quién
sabe. El capricho de los otoños transcurridos había arrancado a aquel crío de
las entrañas grises de Collblanc, de los atardeceres dulces del parque de
Cervantes, de los campos dorados de Castilla, de los desiertos resecos de
Afganistán, del amor incondicional de
los suyos, de Alba, de sus hijos…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y como un grano de polen, ese insensible torbellino había empujado su vida contra los pliegues abismales del coloso andino,
sumergiéndole en el infierno oscuro de una guerra a muerte entre la razón de
las sombras y los oropeles de la sinrazón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span><o:p></o:p><br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimwdzJbyPlfpa-F4fIX9_kEi62CAYjESgKVgHiRoApGC3BVlLvDk5dzOQVeXu0O-EZx3EC34I3KY4Rn76VGBvt4RLnhTYVJi17hlA-iTj-PFGtPRl06cnhZFTRy3ge67bhyphenhyphenmc5VQrx9Sj-/s1600/0%252C%252C18990340_303%252C00.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"><img border="0" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimwdzJbyPlfpa-F4fIX9_kEi62CAYjESgKVgHiRoApGC3BVlLvDk5dzOQVeXu0O-EZx3EC34I3KY4Rn76VGBvt4RLnhTYVJi17hlA-iTj-PFGtPRl06cnhZFTRy3ge67bhyphenhyphenmc5VQrx9Sj-/s640/0%252C%252C18990340_303%252C00.jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgW_tRmh7T88BnEst9AkO4101R5018__kE52wyJ4_xEEtDqSbh7168vKYgCtV7tNuFspEFM1rx3-icdE_6AOlGsWR4-VwAshv2FYaA5wo3sizBPggHOFMjxzU2hqnFjilbp8eHX3WV5r6I/s1600/1418848112_654884_1418892093_noticia_fotograma.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="176" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgW_tRmh7T88BnEst9AkO4101R5018__kE52wyJ4_xEEtDqSbh7168vKYgCtV7tNuFspEFM1rx3-icdE_6AOlGsWR4-VwAshv2FYaA5wo3sizBPggHOFMjxzU2hqnFjilbp8eHX3WV5r6I/s320/1418848112_654884_1418892093_noticia_fotograma.jpg" width="320" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7qSb2QATX-U3pKiNC3uqiGgSXiKzc2WmYgdPrUAX-wWeu4rNzvUVSQjzheLkzZJVLdBj_8OeUHyLjFH1wsFRE9377D8KkCRTPFThcc-E004DutKtvXs-6YwVyin3kBiXcgNBIusZkVFyC/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="text-align: start;"><img border="0" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7qSb2QATX-U3pKiNC3uqiGgSXiKzc2WmYgdPrUAX-wWeu4rNzvUVSQjzheLkzZJVLdBj_8OeUHyLjFH1wsFRE9377D8KkCRTPFThcc-E004DutKtvXs-6YwVyin3kBiXcgNBIusZkVFyC/s320/images.jpg" width="320" /></a></span></div>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-76578456577336043212016-02-02T04:59:00.001-08:002017-06-06T02:31:43.760-07:00Charcos en la terraza<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La luz de la mañana se
había desprendido de toda la timidez del alba, y la tenue claridad de los
primeros rayos irrumpía ya sin modestia alguna en el pequeño saloncito. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Para entonces,
el anciano del quinto llevaba ya un rato despierto. Era un hombre activo pese a
sus setenta y pico inviernos. Ya se había afeitado, había pulverizado contra su
cuello la fuerte colonia que le regalara su mujer en el último aniversario y se
había vestido con el elegante y ligero pantalón beis de los miércoles. Tenía uno
para cada día de la semana. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Al salir del diminuto cuarto de baño, pasó por el
dormitorio, itinerario obligado para acceder al pasillo. Hizo una pausa en el
camino y besó a su mujer, que aún dormía. Luego acometió los metros que le
faltaban y cruzando el pequeño comedor, llegó a la puerta de la terraza, a
través de cuyos cristales la mañana había conquistado los rincones limpios y ordenados
del piso. Pero al correr las finas cortinas traslúcidas, aquellas manchas
estaban de nuevo allí. Como una incógnita irresoluble. Dos charcos viscosos y
anaranjados estampados contra las baldosas rojas de la angosta terraza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Salió al frescor del día
temprano y se agachó con el gesto torcido para examinar, una vez más, la
extraña aparición. Alzó la vista y buscó en el cielo alguna respuesta, pero
éste parecía distraído en sus quehaceres, empujando con suavidad algunas nubes
livianas. Intrigado, volvió su atención a los charcos. Parecían, pensó el
hombre, vómitos o extraños excrementos. Grandes, desde luego. Demasiado para lo
segundo. Pudiera tratarse de vómitos de ave. De algún pajarraco irreverente y
osado que hubiese elegido como objetivo recurrente su modesta terracita.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sobre la perpendicular de
la terraza, seis ventanas más arriba, la brisa matutina saltaba al interior de
una cocina, agitando con disimulo el velo de la cortina. Las dos hermanas reían
a hurtadillas, nerviosas. Mientras depositaban los cuencos vacíos en el
lavadero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Alba e Irene estaban
cansadas de aquellos desayunos de mamá. Alba Villoria llevaba sus ocho años de vida
tropezándose cada mañana con el mismo cuenco lleno hasta los bordes de aquella
papilla de frutas. Lo habían intentado todo desde sus débiles e infantiles
posiciones, pero su madre no cedía. Y la odiosa papilla resucitaba como el sol
cada amanecer. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sin embargo, unas semanas
atrás, las hermanas habían dado con la solución. Teatralizaban el disgusto
frente a su madre cuando ésta disponía sobre la mesa, frente a ellas, aquel potaje denso. Pero aguardaban
disimuladamente el momento en que la mujer se iba de la cocina, espoleada por
el trajín de las muchas pequeñas cosas que hacer antes de acompañar a las niñas
a la parada del autobús escolar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Entonces Alba sonreía con la victoria prendida
de sus grandes ojos miel y moviéndose con rapidez, saltaba de la silla y cogía
el cuenco con ambas manos, vigilando de no derramarlo sobre el suelo. Con
cuidado, lo dejaba en la encimera, junto al lavadero; mientras, de un salto, se
incorporaba sobre el mueble contiguo a la ventana. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Con las medias negras caídas
sobre los tobillos y la falda de cuadros del colegio bailando por encima de las
rodillas, tapizadas de arañazos y pequeñas heridas. Sonreía azuzada por el
espoleo de la adrenalina y la mueca de sus labios dibujaba dos preciosos hoyuelos
en los carrillos. Tiraba del cordel de la cortina con precisión, descubriendo a
través de la ventana, el cielo azul de mayo sobre los bloques de pisos del
vecindario. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Sin pensarlo dos veces, cogía el cuenco con el puré de frutas y proyectaba
rabiosamente su contenido hacia el
infinito. Primero el suyo y luego el de su hermana Irene. Luego deshacía cada
uno de los movimientos y con un fingido gesto de naturalidad, expulsaba la
tensión de su cara mientras esperaba sentada con el cuenco vacío frente a su
inocente figura, a que mamá volviese a comprobar que se habían terminado el
desayuno.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Seis pisos abajo, la
puerta corredera de la terraza del señor del quinto, chirriaba levemente preludiando la salida del anciano. Como tantas mañanas, el hombre se agachaba
confuso y resignado junto a las manchas de puré de frutas y miraba al cielo
perplejo, buscando una explicación silenciada por un cielo indiferente y unas
nubes cómplices que planeaban distraídas sobre las barriadas de Torrejón de
Ardoz.</span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-48227350473146380182016-01-30T13:28:00.002-08:002017-06-06T02:32:15.363-07:00Pasajes de Afganistán<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><b>Un alto en la marcha.<o:p></o:p></b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><img height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZbXEsYQ4hEeVNdy0lcQsDR3WMjV6VtsiZWjx0K2wKc8KhebOnV7VdkAfEgpwvwAZZj2rLCw9txCoCgWlwJFPK0GMw8eUQXx7-IV6p3ffEypUSAHU5sLe_kmmnuN9UltDq4UIPYgoQHZ-y/s400/TEIMURI+%252836%2529.JPG" width="400" /></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Juan planta la suela de
su bota sobre la tierra polvorienta y con cierta dificultad mermada por la
práctica, baja del vehículo con la cantonera del fusil enclavada entre el
chaleco antibalas y el hombro empapado de sudor. Se han detenido en una diminuta y remota
aldea. Olvidada del tiempo entre un mar de arena y piedra amarillenta. Algunos
seres andrajosos observan impasibles, agazapados. Como diestros funambulistas con un equilibrio entrenado, sobre los muros de adobe
de sus casuchas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1" style="font-size: medium; text-align: start;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s320/TEIMURI+%252821%2529.JPG" width="213" /></a></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Bajo el pesado casco, la
cabeza amenaza con inflamarse y convertirse en una llamarada indomable. Juan
tiene la sensación de haber desaparecido. Como si leyese en las miradas serias
que le vigilan, que no hay nada bajo las voluminosas dimensiones de su chaleco, tras el fusil
adornado de visores, linternas, empuñaduras bípode y designadores láser. Nada
bajo la sombra del casco. Nada sobre las botas ni entre las cartucheras, los
porta cargadores, la radio portátil ni el uniforme blanqueado y desgastado por el sol. Tiene la sensación de haberse
evaporado para siempre. Puede verlo con claridad en las expresiones impávidas de
los aldeanos. Solo ven el fusil, el casco, el chaleco, las botas… Pero él es invisible. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Unicamente la guerra es
perceptible a los sentidos de aquellos seres castigados. Y no hay humanidad en quienes empuñan las armas. En esos prepotentes semidioses, siempre arrogantes, siempre en tensión. Vigilantes,
desconfiados; venidos de otros mundos,
como meteoritos caídos con su estela de fuego y humo sobre estos páramos
yertos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Juan respira hondo y
siente la presión de las placas balísticas comprimiendo su tórax y el aire
abrasando sus fosas nasales, su garganta y sus pulmones. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">El teniente radia
alguna orden absurda que suena metálica y grave por el amplificador. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Como molesto por la
presencia extranjera, se desata un viento vertiginoso que se desliza
acariciando con su vientre las áridas superficies vestidas del polvo de siglos
y milenios. Curtiendo con su arañar
correoso y firme los rostros ajados de los olvidados del tiempo. De los
condenados a morar en este averno de ocres y amarillos tapizado de altas
cordilleras y amplias llanuras. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYicqeU6hv4oB3QCg2jhnMTYeDavAWgwdqM2KgfMZjjQxOHvFfv5Di-r1zmZizvTztFZeGCAWPQpEt0zAPrKTH_w9VISjTyVCt65ZsOyB2mPAR4YyoqV95ey90vFd2wL-tDWai8KP_mbtR/s320/DSCF0494.JPG" /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPv3Q4bmsDv_Oirbwr5OA77s_g5qSshjlqlrTxfVxgJVRq87PzGOvPAZ2Rjz4v54bhNTpQRlccQJcJ3k_5PW_5qFjv8nOIgqSkvFiNTerapgFBpu6cE5TeU2QHAm9xhs91Xsgp8PmhZD5p/s1600/IMG_9827.JPG" imageanchor="1" style="text-align: start;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPv3Q4bmsDv_Oirbwr5OA77s_g5qSshjlqlrTxfVxgJVRq87PzGOvPAZ2Rjz4v54bhNTpQRlccQJcJ3k_5PW_5qFjv8nOIgqSkvFiNTerapgFBpu6cE5TeU2QHAm9xhs91Xsgp8PmhZD5p/s320/IMG_9827.JPG" width="320" /></a></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Los ojos enrojecidos de
los hijos de éste infierno seco y áspero, observan resignados la muerte
imperante en sus desérticos dominios. Asomándose imperturbables entre los
párpados derruidos y arrasados por tanta miseria contemplada. Ojos que se
entreabren impasibles, sumidos siempre en un denso halo de circunspección. Y desde las
profundidades del ser atisban,
precariamente cobijados en la sombra
forzada por un ceño fruncido, pasado y
futuro. Serenamente serios. En cuclillas desde el trono impávido de los altos
cerros. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBPyhWKG7j3WUg1Ry_zZm-YdvD_D44LW-rRhZ8Af41JJdiNXn_aa1Ncqw0GzgzbO3xwouOzYpZ3r5vtq0_ykmSQ-oKACNlX9REekCoxpycMF61VCNSyCWijHyV9smSbduZu9zD5i1UA_dF/s1600/salida+048.jpg" imageanchor="1" style="font-size: medium; text-align: start;"><img border="0" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBPyhWKG7j3WUg1Ry_zZm-YdvD_D44LW-rRhZ8Af41JJdiNXn_aa1Ncqw0GzgzbO3xwouOzYpZ3r5vtq0_ykmSQ-oKACNlX9REekCoxpycMF61VCNSyCWijHyV9smSbduZu9zD5i1UA_dF/s640/salida+048.jpg" width="640" /></a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Abajo, en el valle yermo,
vagan las enjutas cabras de vello pardo y polvoriento. El cielo se abre con su
azul inmenso sobre sus cabezas sólo para que el sol pueda caer con toda la
fuerza de sus tórridas llamaradas. Empotrando al anciano pastor contra la
tierra ardiente, golpeando sus hombros, lastrando su espalda vieja. Entre los matojos raquíticos y secos destaca
el verde oliva sudado de óxido de una granada de mortero que, incrustada en el
suelo hasta la mitad, luce los
estabilizadores desgastados como una orgullosa corona. Las cabras mordisquean los
hierbajos a su alrededor humedeciendo el metal con el aliento de sus hocicos.
Lejos, una nube de críos descalzos corren como un enjambre caótico,
persiguiéndose unos a otros entre risas cuyos ecos llegan intermitentes
arrastrados por ese viento que no cesa de hacer cabriolas. Levantando polvaredas
y jugando con ellas en el aire hasta que se desvanecen. Una y otra vez.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Los ojos entrenados de
Juan buscan con precisión indicios de presencia enemiga y amenazas escondidas.
Pero lo hacen de forma autónoma. Su mente cabalga lejos de allí. Al galope por
entre los recuerdos frescos y húmedos de aquella noche con Alba; sentados en un
banco de Argüelles y fundidos en un abrazo que se le evidencia tan infinito
como la distancia y el tiempo que se
interponen entre él y su pasado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1"><br /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1"><br /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZbXEsYQ4hEeVNdy0lcQsDR3WMjV6VtsiZWjx0K2wKc8KhebOnV7VdkAfEgpwvwAZZj2rLCw9txCoCgWlwJFPK0GMw8eUQXx7-IV6p3ffEypUSAHU5sLe_kmmnuN9UltDq4UIPYgoQHZ-y/s1600/TEIMURI+%252836%2529.JPG" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFGzFvSTkDpguBpY4NpTvZ3pbi1r9xr6u1_IomQiEZAOFO4XHjj8gF71fYRnAPn7HvASwhxpA-DB-SpLU6MAAhK2GdoTu21Bsvo_DeeVkAxDZ8zfsMducfUl0IaqdBnwGXp7eGJ3oTZNg8/s1600/TEIMURI+%252832%2529.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFGzFvSTkDpguBpY4NpTvZ3pbi1r9xr6u1_IomQiEZAOFO4XHjj8gF71fYRnAPn7HvASwhxpA-DB-SpLU6MAAhK2GdoTu21Bsvo_DeeVkAxDZ8zfsMducfUl0IaqdBnwGXp7eGJ3oTZNg8/s320/TEIMURI+%252832%2529.JPG" width="213" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV7-8njwUaDN8h6y4KxA12nRs5HA8J_24UYDRsYNrPG90wGCXKkC9czN5QNgGCazzwMdpGV3CWwc3KooV59X-6E2wxJYHKsXdkf0J7RE6Lq2rYiEXBwOVS367aMddCDC1QRbxZdn8Sgjwp/s1600/IMG_9195.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="425" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV7-8njwUaDN8h6y4KxA12nRs5HA8J_24UYDRsYNrPG90wGCXKkC9czN5QNgGCazzwMdpGV3CWwc3KooV59X-6E2wxJYHKsXdkf0J7RE6Lq2rYiEXBwOVS367aMddCDC1QRbxZdn8Sgjwp/s640/IMG_9195.JPG" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_V0tMId1liGgo3gDKTILaG6LezatTGWVTTeGUguMnTAvsgFjMRv_dmBdkJzoj-6qZ2WUsczoJjr7ImTCH1Hd6RUSktpH2sVAC4kO-8aYYp9joAlJAlN5nJoGEsej8S6O6gSov2UoupLf/s1600/TEIMURI+%252821%2529.JPG" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFuNjmUD1tPoV2KOyeYh-WHiooleqLlF5NwmIcFpJvxe5QcnHcOFWqVNcOGG-Lc2mjYxZZS_1UNYTpQpnX6XmJRyqXHdCaFkD0akGFvZf4A7tYreyM-oMFi_sGZHCRIq6rdffW3CYZ-x0J/s1600/IMG_1841.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFuNjmUD1tPoV2KOyeYh-WHiooleqLlF5NwmIcFpJvxe5QcnHcOFWqVNcOGG-Lc2mjYxZZS_1UNYTpQpnX6XmJRyqXHdCaFkD0akGFvZf4A7tYreyM-oMFi_sGZHCRIq6rdffW3CYZ-x0J/s320/IMG_1841.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-74109005320028026772016-01-29T11:15:00.003-08:002017-06-06T02:32:41.299-07:00Marcos Márquez<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><b>La noche más calurosa</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><b><br /></b></span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">El niño sintió un escalofrío que le erizó la piel cuando un desgarrador grito de mujer quebró los espacios bochornosos de la noche con su gélida estridencia. Después de aquel alarido no pudo volver a dormir. Al chillido desgarrado de mujer, le siguió un creciente murmullo en las calles.</span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Luego llegaron las luces. </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Las intermitencias azules y naranjas competían en una furiosa
batalla por adueñarse de las fachadas del callejón. Los focos de los coches
policiales y de las ambulancias escupían sus destellos luminosos, arrancándole a la noche su quietud azabache y
arrinconando su negrura contra las esquinas, las asustadizas sombras danzantes
de los cubos de basura y el atrezo
urbano. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">La calma de la madrugada se vio importunada por un ajetreo inusual. </span><span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Las sirenas se habían callado al poco de
llegar los furgones, pero sus histéricos alaridos cuando se acercaron al portal
del bloque, habían truncado el liviano sueño de Marquitos Márquez.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Ahora el crío no podía
conciliar el sueño. Por la ventana abierta se filtraban las luces de los vehículos
de emergencias detenidos abajo, y sus reflejos corrían por el techo de la
habitación persiguiéndose en un baile frenético. Con los ojos abiertos como
soles, Marcos se dejó llevar por una inquietante curiosidad y se incorporó de
la cama. Sudaba por el calor de la noche abrasadora de agosto. Anduvo descalzo
por las estrecheces del piso viejo y enmohecido de Vicálvaro. A tientas
atravesó el pasillo angosto y dio un respingo al sentir el filo cortante de la
baldosa rota bajo la piel de su pie desnudo. Tropezó con varios elementos
imposibles de identificar al cobijo de una oscuridad absoluta antes de alcanzar
la puerta y salir al descansillo, donde una bombilla de luz tenue sometida al
capricho de los cambios de tensión, zumbaba como un mosquito tenaz;
desprendiendo una lánguida luz ocre sobre las paredes desconchadas y sucias. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Dejó la puerta
entreabierta y se lanzó corriendo escaleras abajo, hasta salir a la entrada del
portal y sumarse a la pequeña algarabía de vecinos que increpaban y
gesticulaban airados. Marquitos se rascó la cabeza greñuda y frunció el ceño
cuando el rotativo luminoso del coche policial arrojó su azul intenso contra
sus pupilas dilatadas. Luego sonrió divertido al descubrir que la mayoría de la
gente debía haber saltado de la cama con más prisa que él y lucían una curiosa
colección de calzoncillos, pijamas ligeros y chanclas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Allí estaba Romero, el
mecánico del segundo A, con su barriga de hipopótamo tan cubierta de vello como
su espalda y sus hombros. Con un tupido jardín de pelos negros aplastados por
el sudor del verano. La calva brillaba y las gotas que se le formaban en las
sienes empapaban su rostro. Cuando levantaba los brazos anchos y flácidos con
gesto airado, los peludos sobacos mostraban su bosquejo enredado y frondoso.
Marquitos no pudo evitar una mueca de asco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Luego centró su atención
en el portal del bloque de enfrente, precintado por una cinta de plástico que acotaba el acceso. Repentinamente, su mente asoció el grito con la voz quebrada de la vecina de los perros, cuya imagen irrumpió clarificadora en su memoria. Era la mujer del ático. La alemana. Una cincuentona despampanante con el rostro
tatuado por una vida difícil. Los amigos de su hermano mayor decían que había
sido una actriz porno. Muchas veces, cuando todos charlaban sentados en las
escaleras grises del portal, ella pasaba frente a ellos con sus siete caniches rodeándola
y brincando en torno a sus piernas, como una plaga de ratas blancas. Una jauría
escandalosa que se arremolinaba entre sus pies con un ajetreo desquiciado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Entonces todos callaban y
los amigos de Tito -su hermano-, la seguían con la mirada con una sonrisa boba
prendida de sus rostros adolescentes. Marquitos y su pandilla, más pequeños,
trataban de buscar el sentido de aquella escena extraña cargada de silencios y
de tensas contemplaciones. En ocasiones, la mujer detenía el paso y gritaba
increpando a los chicos, que enrojecían y empezaban a murmurar y a tratar de
disimular risitas fugitivas, intimidados. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Otras veces les hacía
gestos obscenos y los mayores rompían a reír presas de un nerviosismo
vergonzante. Era una mujer alta de espaldas anchas. Lastrada con unos pechos
sobredimensionados y unos labios rosa chillón redondeados y voluminosos. Las
piernas largas y musculadas con un dibujo bien perfilado y siempre bronceadas. Elevada
siempre sobre las alturas de unos tacones espigados y negros.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Las mujeres murmuraban a
su espalda con expresión de desprecio y los hombres volvían la cabeza buscando su
trasero al caminar, perdidos en los esculturales contornos de su figura. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Otro motivo de
controversia era el escándalo infinito de sus perros que atormentaban las
siestas con sus ladridos y sus gemidos lastimeros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Unas semanas atrás, un
hombre joven había llegado al barrio con su chupa de cuero y su ruidosa moto
ribeteada de flecos. Decían los vecinos que era su hijo, venido de Alemania.
La cuestión es que desde que llegó y se alojó en casa de la que se suponía su
madre, las disputas entre ambos eran la comidilla de las horas vespertinas del verano. A
veces rompían el silencio de la noche con amenazas lanzadas al amparo de la
negrura del barrio. Se comentaba de él que tenía problemas con la droga.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Marquitos Márquez se
acarició la barriga delgada y morena. Desnuda. Y se rascó la cadera bajo la
goma del bañador rojo con el que dormía, jugaba, corría las calles y, en
general, vivía de forma perenne durante los meses de verano. Se abrió paso
entre los vecinos en calzoncillos y las vecinas en bata, para sobrecogerse al
llegar junto a la cinta policial. En las baldosas pardas de la acera, pedazos
de perros mutilados se esparcían ensangrentando la entrada del portal con la
macabra escena erizando la piel de los
presentes. En ese instante, flanqueado por dos guardias civiles que forcejeaban
por mantenerlo sometido, el hijo de la alemana hizo aparición. La camiseta
blanca de tirantes empapada de sangre y la mirada perdida, vacía; enmarcada en
unas cuencas ojerosas y malvas que le conferían una profundidad fúnebre y
desquiciada. Los amplios calzones mostraban sin decoro un cerco oscuro en la
entrepierna. Parecía que se había orinado y defecado encima. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><<Va drogado hasta
las cejas, el hijo de puta>> <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">La gente murmuraba y
algunos le insultaban con rabia. Cruzando la acera, camino del coche patrulla,
un guardia pisó involuntariamente la cabeza seccionada de un caniche y resbaló.
A punto estuvo de caer al suelo. Alguien lanzó una piedra contra el alemán, errando
el objetivo por poco. Y ésta impactó contra el techo del vehículo policial
provocando el enfado del cabo, que amenazó a los presentes, airado. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Sergio Mesa, el vecino
del portal 2, apareció exaltado y zarandeo a Marcos por los hombros.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">-Tío… que pasada… El
yonky ha troceado a los siete perros de la alemana y los ha tirado por la
ventana. Y luego, como la madre seguía sin querer darle dinero para drogas,
intentó llevarse la tele para venderla -Sergio, con una camiseta vieja de su padre
que le llegaba por las rodillas parecía entusiasmado por lo extraordinario del
suceso-. Que pasada… la tetona trató de evitarlo y el “<i>chalao</i>” se lio a puñaladas con ella.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Como anuncio del
siguiente acto, las palabras de su amigo resonaron en la mente de Marcos segundos
antes que unos sanitarios sacaran una camilla del edificio. Sobre ésta, una sábana
ensangrentada dibujaba los contornos de un cuerpo tendido. Uno de los médicos cubrió el cadáver de la
mujer con una manta térmica plateada que reflejaba todos los brillos de las
luces de los servicios de emergencias. Sergio enmudeció y un coro de silencios
graves impuso su sobria densidad sobre los pesarosos frutos de carne de aquel
suburbio madrileño. Todos callaron mientras los operarios introducían la camilla
en la ambulancia. Un guardia iba recogiendo los pedazos de perro e introduciéndolos
en una bolsa de basura negra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Marcos se sobresaltó al
sentir la mano de Tito cogiéndole del brazo con fuerza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">-¿Qué haces aquí? Anda,
entra en casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Ya de vuelta en el
infernal horno de su claustrofóbica habitación, Marcos no pudo conciliar el
sueño. Sentía el corazón latiendo desbocado contra su pecho infantil. Pensó que
ya nunca volverían a ver pasar a la enigmática mujer rodeada de sus perros
frente a la escalera del portal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">La mirada enferma del
alemán y la imagen de la sábana ensangrentada, lastraban las alas de un sueño
que ya no podría levantar el vuelo aquella calurosa noche de agosto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Ángel Molina</span></div>
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-25435914551371577872016-01-26T12:07:00.001-08:002017-06-06T02:33:17.279-07:00Mi primer ocaso<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">“Fíjate bien en los colores.
Recuérdalos para poder luego pintarlos con los pasteles. Primero los tonos
violetas más oscuros. Azul marino. Luego esas capas rojizas intensas que
parecen sostenerse sobre franjas de color cada vez más anaranjados. ¿Te das
cuenta?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Mi padre me hablaba recostado a mi
izquierda, con mi hermano sentado sobre sus piernas. A su vera, yo escuchaba
absorto con la vista clavada en el cielo inmenso teñido de un sangrante sol
poniente. Ocaso primero del amanecer de mis días. Consciente por primera vez
del estallido de colores que iban sepultando una jornada de sábado en el parque
de Cervantes. Empapándome de la escena. Sintiéndome espectador privilegiado de
un acontecimiento excepcional.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> El césped donde habíamos estado jugando a fútbol
toda la tarde, empezaba a humedecerse con el rocío temprano y el frío empezaba
a entumecer las posaderas. Veloces
siluetas aladas volaban quebrando sus trayectorias con intrépidos virajes en
torno a las farolas recién encendidas. Me resultó extraño el vuelo errático de
aquellos pájaros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">“Son murciélagos” aclaró <i>"el papa"</i>.
Me costaba creer aquello porque lo primero que me venía a la cabeza eran
historias de Drácula y de vampiros asesinos. Se me hacía difícil desprenderme
de ese prejuicio fantasioso y encajarlo
con serenidad adulta en la realidad de lo cotidiano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Me acuerdo perfectamente de que no
pude reprimir una nostálgica sonrisa cuando muchos años después abrí un viejo
cuaderno de dibujos y se me inundaron los ojos con la escena resucitada de
aquella tarde entrañable. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Allí estaba mi hermano, con su camiseta blanca de
cuello vuelto, mi padre con su chándal azul de “le’coq sportif” y yo mismo con la pelota en las manos. Sobre nosotros, reproducido con infantil precisión el cielo
vespertino, las farolas y los murciélagos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Me sobrecogió entonces el repentino
recuerdo de mis dedos manchados de
pintura al frotar con ellos el papel pintado para conseguir el efecto
difuminado. Incluso el olor pareció hacerse perceptible por un instante.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Tras de mí, mi padre, encorvado sobre la silla y envolviéndome con
sus brazos, cogía mi mano y la dirigía
explicándome cómo proceder para plasmar los efectos de la luz del atardecer.
Sobre la mesa, la caja verde de pasteles Rembrandt y las pinturas
desparramadas.</span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Juan Vallejo</span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-56257499329013157972016-01-24T04:38:00.005-08:002017-06-06T02:33:56.528-07:00El yayo Juan<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">La boina negra, ligeramente
ladeada, proyectaba una sombra difuminada por la claridad refractada desde los
adoquines de la acera. Los ojos minúsculos brindaban destellos de una
sempiterna ternura. Bajo la prenda de cabeza, mantenía una tupida cabellera
de un radiante tono níveo. La piel
clara; los altos y prominentes pómulos rojizos, tostados por el citadino sol
del verano barcelonés. De facciones angulosas, elevaba la barbilla ligeramente
cuando se dirigía a su interlocutor, lo que, unido a una media sonrisa
imborrable y a unos párpados ligeramente cerrados, confería a su expresión un aire humildemente
socarrón. Una barba canosa de dos días endurecía la tez limpia de un rostro
fulgente, grabado con una impronta amable de innata honestidad. Sentado en el
banco, las manos reposando, la una sobre la otra, en la empuñadura convexa del
bastón. Camisa blanca, pulcra, límpida,
abotonada hasta el cuello y cubierta por una tosca chaqueta negra.
Acompañado siempre del fuerte olor a eucalipto de sus caramelos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">“Abre las manos”, ¡las dos, hombre;
las dos! …juntas… eso es”. Y la
concavidad diminuta de mis manos infantiles se veía desbordada por una lluvia
torrencial de caramelos de envoltura verdiblanca. Al principio, años atrás, no
me gustaban. Sentía como si me aspirasen el aire de los pulmones, dejando en su
lugar una gélida escarcha adherida a las paredes de las vías respiratorias y un
ardor desesperante en la lengua. Se me cristalizaban los ojos. Luego, con el
paso del tiempo, me fui acostumbrando a
ellos y acabaron por agradarme. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Juan, el yayo Juan, conversaba con
un amigo en un banco de la plaza de Pubilla Casas. Mi hermano y yo
permanecíamos sentados en el suelo, frente a ellos. Sus labios finos perfilaban
una amable sonrisa. Mi madre andaba por el barrio, despidiéndose de algunos
conocidos en compañía de mis tías. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Debían quedar uno o dos días para que nos mudáramos a
Madrid y casi con timidez, el abuelo me
sugirió bromeando que le dejáramos a mi hermana en el piso. Que él la cuidaría.
Eludí responder, pero insistió un par de veces y pensé que no podría
escaquear la comprometedora
contestación. Lo intenté. Le dije que no, que la teníamos que llevar con
nosotros; que era muy pequeña. Por aquel entonces no debía tener más que unos
meses. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">“Bueno, yo he cuidado a muchas niñas y eso no se olvida. –sonrió- La
cuidaré bien, no te preocupes”. Llegados a este punto creí necesario argumentar
mi negativa a pesar de que me resultara incómodo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">“Es que tu eres ya muy mayor.
Imagínate que te mueres con ella en brazos y se te cae…”. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Él y su amigo
estallaron en una carcajada y comentaron algo entre risas. Luego se dirigió a
mí para decirme que de veras me preocupaba por Anita, que debía quererla mucho. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Después, volviendo al meollo de mi objeción,
me dijo que no me inquietase por eso, que aún le quedaban muchos años,
que no era tan viejo. Y en verdad transmitía lozanía. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Contra todo pronóstico
murió unos meses antes que su mujer, no tantos años más tarde como hubiéramos imaginado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Cuando a través del cristal del
tanatorio vi su cuerpo amortajado, tuve
la sensación de que era la primera vez que no irradiaba ese halo de felicidad
despreocupada. Tenía el rostro desencajado y supuraba a través de los algodones
de los oídos y de la nariz. Era la primera vez que contemplaba un cadáver y me pareció inmensamente muerto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Juan Vallejo</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-right: -13.05pt;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-4982149458151777792016-01-23T07:09:00.000-08:002017-06-06T02:34:22.804-07:00El musgo<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><< Aquella mañana de Diciembre no resultaba distinta de las demás. Chispeaba y hacía un viento frío. Bajábamos caminando y al llegar a la plaza de Collblanc, cruzamos la calle y nos dirigimos a uno de mis lugares íntimamente preferidos en aquellas fechas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Mi madre empujó la puerta y el tintineo de las campanillas avisó al tendero de nuestra presencia. Salió de la trastienda sonriente. Para entonces yo ya me encontraba en éxtasis. El olor a musgo del herbolario me embriagaba. Decenas de figuritas de Belén poblaban las estanterías. Luces intermitentes me hechizaban con sus hipnóticos destellos mientras folclóricos villancicos alegraban la estancia. Bolsas de musgo, de serrín y de nieve artificial se amontonaban por todos los rincones. El espumillón confería un toque ornamentario que me resultaba distinguido con sus destellos dorados y sus guiños plateados. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">La tienda era diminuta. Entraron dos mujeres detrás de nosotros. La una era gruesa. La otra más. Inmediatamente después de que me acorralaran, empujándome con la puerta al abrirla, sentí que me asfixiaban con sus abrigos. Propulsándome con cada uno de sus bruscos y descuidados movimientos, contra los portales y los pequeños Jesusitos de cabeza desproporcionada. Uno de los bueyes fue testigo silencioso de mi lucha por mantener el equilibrio y no precipitarme contra la estantería plagada de divinidades, en lo que hubiera constituido una dramática acción involuntaria, pero cargada de contundente simbología herética. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Mi madre compraba allí las figuritas de superhéroes que luego envolvía con el papel de estaño, junto con los bocadillos del almuerzo. Cada semana una sorpresa. Por alguna razón recuerdo con cariño a un Casimiro desaliñado con su culebra ejerciendo resignada como circunstancial cepillo de dientes. Aquel muñeco, junto a un Mortaledo cuyas gafas perdí tempranamente y un Filemón al que amputé uno de los dos pelos, lo conservé durante muchos años. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero ese día, además del muñequito correspondiente, llenó una bolsa con miniaturas para el Belén. Una montaña de corcho marrón, unos pinos mediterráneos, unos abetos nevados, un pozo, unas gallinas… algunas cosas más que seguro que dejo en el olvido y los paquetitos transparentes de musgo, de tierra y de nieve. Nieve de bola gorda, que era más barata. Tan barata como el musgo; el más largo y grueso, que confería un aspecto selvático más propio del Amazonas que de la desértica Palestina. Pero aquello me entusiasmaba. La novedad aquel año fueron la zambomba y las panderetas, junto con un par de casetes de cánticos navideños.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Salimos a trompicones de la tienda, presurosamente. Como un esputo proyectado con decisión al asfalto encharcado del barrio. Las campanillas se despidieron con sus cándidos tonos agudos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Nuevamente, el aire frío de la calle se enseñoreó de mis pulmones, llevándose de un zarpazo la cálida fragancia de aquel lugar mágico de iluminación tenue y anaranjada. El eco de los villancicos populares, más resistente, me acompañó unos metros. Hasta que los estrepitosos sonidos urbanos de Hospitalet lo marchitaron, despedazándolo y engulléndolo como una manada de hienas asesinas.>></span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: right;">
<span style="font-size: large;">Juan Vallejo</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzhy50Edmei8jmpgsWMQpNjIiWpbrnqJPvD6sPPJ1DxTuaUUQIvm4weHimK8hx87QK7e_R2PGVRuTUsaEuGOH65ilTkVlx4d7W6OCu9NsfUM4PObBlhrIsOBvVyneE1tcy2oZLkxcpbm_w/s1600/progres1969.jpg" imageanchor="1" style="font-size: medium; line-height: normal; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="504" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzhy50Edmei8jmpgsWMQpNjIiWpbrnqJPvD6sPPJ1DxTuaUUQIvm4weHimK8hx87QK7e_R2PGVRuTUsaEuGOH65ilTkVlx4d7W6OCu9NsfUM4PObBlhrIsOBvVyneE1tcy2oZLkxcpbm_w/s640/progres1969.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;">En el edificio de la esquina se encontraba el herbolario.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibjmueoD53ZmOJ8rxsFJPRDpGCq2MEODRP5Tf7JRBWrq3DbEBhs4Oc5nfj9t61k1EpnwNO_dWpuAdH3rOuIidiw6JmN73dm5xDB9_2sGFlL2OthH5_vDe5peTsfCSpPqq9ROG_UIb6pXWs/s1600/dsc0017.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="424" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibjmueoD53ZmOJ8rxsFJPRDpGCq2MEODRP5Tf7JRBWrq3DbEBhs4Oc5nfj9t61k1EpnwNO_dWpuAdH3rOuIidiw6JmN73dm5xDB9_2sGFlL2OthH5_vDe5peTsfCSpPqq9ROG_UIb6pXWs/s640/dsc0017.jpg" width="640" /></a></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"></span></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-80813190419468311412016-01-23T04:52:00.000-08:002017-06-06T02:34:51.207-07:00El mercado de Collblanc<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><< Por alguna razón, recuerdo caminar
sorteando las hojas podridas de lechuga,
contagiadas del gris pardo del asfalto frío y
sucio del mercado. Voy de la mano
de mi madre. Tratando de zapatear
sobre los charcos de agua negruzca
que se multiplican por toda la plaza. No
me resulta fácil, pues "la mama" tira de mí con habilidad, eludiendo la
proximidad de los infectos charcos de los que emanan regueros de rodadas de los
carros de la compra. Un caótico enjambre de huellas se expande en todas
direcciones. <o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Como si se tratara de citadinos
capullos florecidos, los excrementos de las palomas parecen querer adornar con
su estampado blanco verdecido, el insalubre piso urbano. Andamos deprisa y no
puedo evitar chocar reiteradamente con bolsas, piernas y traseros de mujeres
que gritan al verdulero desde los tumultos que se aglutinan alrededor de los
puestos. Como un cuadro impresionista, se fusionan en la escena distintas gamas
de grises. El del asfalto, el de las fachadas con sus sangrantes humedades
chorreando, el del cielo encapotado, el de los gruesos abrigos de la gente; el
de las pardas palomas, cojas y difíciles de asustar, acostumbradas al trajín y
al gentío de la plaza de Collblanc.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Huele a cemento mojado y a orínes. A verduras, a pescado, a colonia barata y a barrio obrero. Si cierro los ojos y presto atención, puedo
sentir aún el tacto de la mano de mi
madre asiendo con fuerza la mía. Creo que íbamos a la tienda "del Jordi" y de "la Marisa", a
unas calles de allí. Yo buscaba con avidez el llamativo colorido del puesto de
juguetes y chucherías que estallaba con sus deslumbrantes tonos, rompiendo con la tristeza y la mezquindad del
paraje suburbial. Como un oasis de luz y
ensueño dentro de la desolación
de un universo oscuro de adultos frenéticos e incomprensibles. </span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Pero nada quebró el ocre marchito del mercado. De nuevo,
empezó a llover. Al atravesar la plaza, a la altura del quiosco, la multitud se
diluía y la calle resultaba más cómoda de transitar. Me quejé porque me costaba
seguir el ritmo y, al tirar de mí, mi
madre me hacía daño apretujándome los dedos de la mano cuando esta empezaba a
escurrírsele. Debíamos tener prisa.>><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;">No es una vivencia intensa,
decisiva. Es un retazo de cotidianeidad. Un harapo ajado de una lejana infancia.
No tendría más de cuatro o cinco años. Pero el capricho de la memoria ha
decidido grabarlo a fuego como icono de un tiempo que se fue. Supongo que la
pervivencia de lo rutinario es esencial para la posterior comprensión de la
esencia propia.</span><o:p></o:p></i></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: right;">
<b><i><span style="font-size: large;">Juan Vallejo</span></i></b><br />
<b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b>
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipcqR2wKB-N9lUYESEtfe-oo8RDWEeYN7DKyoe0G_88XPa5hfwPqGd2xlu3vGEDaZFb4-o1FwS-XjyAr0K_SjTRjT4gS-mLE2AFSLu_06APeCDtke64hn9KuQQo5WU479BZM8wNpxGsDST/s1600/plac3a7a-mercat-collblanc.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="482" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipcqR2wKB-N9lUYESEtfe-oo8RDWEeYN7DKyoe0G_88XPa5hfwPqGd2xlu3vGEDaZFb4-o1FwS-XjyAr0K_SjTRjT4gS-mLE2AFSLu_06APeCDtke64hn9KuQQo5WU479BZM8wNpxGsDST/s640/plac3a7a-mercat-collblanc.jpg" width="640" /></a><b><i><span style="font-size: large;"></span></i></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;"><b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></span></i></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;"><b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></span></i></b></div>
<b></b><br />
<div style="text-align: justify;">
<b><b style="line-height: 150%;">Aspecto de la plaza donde se montaba el mercado de Collblanc antes de las olimpiadas de Barcelona, años en los cuales fue reformada. En los tiempos de la infancia de Juan, aún posteriores a los de la fotografía, todavía conservaba una imagen similar. </b></b></div>
<b>
</b>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipcqR2wKB-N9lUYESEtfe-oo8RDWEeYN7DKyoe0G_88XPa5hfwPqGd2xlu3vGEDaZFb4-o1FwS-XjyAr0K_SjTRjT4gS-mLE2AFSLu_06APeCDtke64hn9KuQQo5WU479BZM8wNpxGsDST/s1600/plac3a7a-mercat-collblanc.jpg" imageanchor="1"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYSLrLcrh_pBuqrdiqBDpLzSUxllG3-AmL_nke6QZsA5bZ866R_dcVexm4Y_pdvz6nbMu6WW70wY-mg1rd6gbPyX-e_KA-0cUA5pQZnMrqv53ZHHIgk6Bq2WF6Kjmy55D0NBR8JZwZ7X9d/s1600/jocli1.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYSLrLcrh_pBuqrdiqBDpLzSUxllG3-AmL_nke6QZsA5bZ866R_dcVexm4Y_pdvz6nbMu6WW70wY-mg1rd6gbPyX-e_KA-0cUA5pQZnMrqv53ZHHIgk6Bq2WF6Kjmy55D0NBR8JZwZ7X9d/s400/jocli1.jpg" width="400" /></a></span></i></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></div>
</div>
</div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4276880981549429838.post-91572728974560921152016-01-23T04:33:00.000-08:002017-06-09T00:02:22.213-07:00INTRODUCCIÓN<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Personajes. Podríamos
hablar de los personajes de un libro. De los protagonistas de un Historia presa
de las texturas inertes del papel y de los negros surcos de la tinta, tatuando un
relato imaginario en la yerma blancura de las hojas. De creaciones efímeras
cuyo episodio de madurez es usurpada de una trayectoria oculta. Como si robásemos
apenas un suspiro para prescindir de todo el contexto que ha posibilitado esa flor
de la inventiva. Podríamos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Pero los personajes no
nacen y mueren entre los lomos que cercan el principio y el fin de una novela.
Los personajes de <i>“la sangre entre las
cenizas”</i> son mucho más. Son seres animados por la sangre que fluye por sus
venas. Gentes que como tú o como yo, han modelado su esencia a golpe de venturas
e infortunios. De truenos que dejaron su impronta en el tiempo que los
transportó desde que la vida besara sus frentes infantiles. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">El blog que lees,
pretende guiarte por entre las oscuras grutas del pasado de aquellos que han
quedado presos del segmento capturado por <i>“La
sangre entre las cenizas”</i>. Como ojos y oídos invisibles, descubriremos
pequeños sucesos. Anécdotas. Pasajes que
pese a su brevedad, o aparente insignificancia, han ido tejiendo la sábana de una
vida que al final se revela como el sudario que cada cual nos confeccionamos de
forma inconsciente, bajo la implacable vigilancia del tiempo que nos arrolla.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">¿Quiénes son
verdaderamente los protagonistas de <i>“La sangre entre las cenizas”</i>?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;">Acompáñame, lector; y
déjate llevar por sendas ajenas
dibujadas entre tiempos pretéritos y realidades diversas. Descubramos juntos a los seres más allá de
los personajes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: georgia, times new roman, serif; font-size: large;">Ángel Molina</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Anonymoushttp://www.blogger.com/profile/03580861871513290024noreply@blogger.com4